Federico TOVOLI
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Salinas de Guaranda, en los Andes centrales ecuatorianos, era una de las numerosas comunidades de pobres montañeros cuya fuente única de sustento era la extracción de la sal de una mina de propiedad de un latifundista. Un presente y un futuro di pobreza y aislamiento, hasta que, en 1970, llegó P. Aldo Polo, iluminado sacerdote salesiano el cual empezó a promover la explotación económica de recursos agrícolas como la leche y el queso, que hasta entonces habían sido utilizados como autosustentamiento, se implementó un sistema de microcrédito a través de la caja rural. Este sacerdote, y todos los voluntarios que lo siguieron, ha cambiado radicalmente la historia de este pueblo. Ahora la economía de Salinas de Guaranda se fundamenta en la venta nacional e internacional de productos muy variados: queso, suéteres, hongos secos, caracoles, chocolate. El principal recurso ha sido el de la economía comunitaria que se ha desarrollado mediante una serie de cooperativas y que está centrada principalmente en la reinversión pública de las utilidades, las ganancias colectivas y la venta del producto en el mercado equitativo y solidario con la marca “El salinerito”. Gracias a todo esto los sueldos en Salinas son el doble de los nacionales, en todas las comunidades esparcidas entre la montaña y el valle hay escuelas y consultorios médicos, los nietos de los pobres montañeros que trabajaban la sal, hoy en día van a la universidad en Quito.
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