DOMESTIC SLAVERY
France has abolished slavery 160 years ago. Each year, however, France, the Committee against Modern Slavery (CCEM) receive nearly 300 reports : close to home, in major urban centers, suburban or rural areas, people are beaten, humiliated, sometimes maintained for years in a state of servitude and complete destitution. These stories, sadly, are similar. It is mostly women (88% of alerts), often young (30% are under age), who left a foreign country on the promise of a future more lenient, a training or a job. Once in France, their papers are confiscated. Wages and school are not an issue anymore : most work up to twelve hours per day to domestic chores, kidnapped and abused by those they believed their benefactors.
This work, done in collaboration with the CCEM, hopes to increase public awareness of modern slavery. Going back to the places where these were incurred violence, Raphael Dallaporta chose a photo of architecture "the most neutral as possible". Wherever the eye would find a singularity, an explanation – in the absence of any justification – to cruelty, he shows us the contrary, ordinary, familiar facades. The texts of Ondine Millot echoe what happened "there". There, behind these windows sometimes without curtains, these facades surrounded by other facades, houses, apartments, neighbours and passers-by.
    

ESCLAVITUD DOMÉSTICA
Francia abolió la esclavitud hace 160 años. Sin embargo, cada año, el Comité contra la Esclavitud Moderna (CCEM) recibe alrededor de 300 denuncias: Muy cerca de vuestros hogares, en los grandes centros urbanos, en los barrios periféricos o en el campo, personas están siendo maltratadas, golpeadas o humilladas y esto a veces durante años, en un estado de servidumbre y de miseria total. Todas esas historias, desgraciadamente, son similares. En su mayoría se trata de mujeres (88% de las alertas), a menudo jóvenes (30% son menores), provenientes de un país extranjero con la promesa de un futuro más brillante, una formación o un trabajo. A su llegada a Francia, sus documentos han sido confiscados. No más cuestión de salario ni de escuela: la mayoría de los trabajos son hasta doce horas por día de tareas domésticas, secuestradas y abusadas por sus supuestos benefactores.

Este trabajo, realizado en colaboración con el CCEM, nace de un deseo de sensibilizar al público al fenómeno de la esclavitud moderna.
Volviendo a los lugares donde las violencias han sido perpetradas, Raphael Dallaporta ha elegido la imagen de la arquitectura, "la más neutral posible". Allí donde la mirada busca una explicación – en ausencia de justificación – a la crueldad, el fotógrafo nos muestra por contraste las fachadas familiares y ordinarias. Simétricamente, los textos de Ondine Millot nos cuentan lo que ocurrió "en ese lugar". Allí, detrás de esas ventanas, a veces sin cortinas, de esas fachadas rodeadas de otras fachadas, de casas, de apartamentos, de vecinos y de transeúntes.